¿Veis este huevo? Con él se desmienten todas las escuelas
de teología y todos los templos de la tierra.
Diderot.
La peculiaridad de los seres vivientes siempre ha encerrado algo oculto para los filósofos y científicos en la historia. No obstante para la ciencia que llegó al siglo XVIII al parecer ya no quedaban muchas cosas misteriosas. La física teórica newtoniana y su explicación mecanicista dentro de una ontología atomista eran la posición oficial para interpretar la naturaleza y todo lo que hay. Pero la investigación sobre las sustancias y los animales dieron como resultado una necesidad epistemológica que exigía un cambio ontológico.
El presente artículo muestra en parte la discusión entre el organicismo y el mecanicismo del siglo XVIII como insuficiencia de éste, frente a la explicación de la naturaleza viviente, causa fundamental para el nacimiento de la biología como ciencia autónoma. Se desarrollará los presupuestos de la Física teórica y su compromiso ontológico como parte esencial de la insuficiencia mencionada. Luego rastrearemos las disciplinas precedentes a la biología y los conceptos que estuvieron presentes en su formación. Terminaremos en una tercera parte con las propuestas del organicismo, propiamente con Denis Diderot como su representante y concluiremos con una mención al estado actual del organicismo en la biología.
- Mecanicismo y atomismo newtonianos.
A pesar que decidimos empezar este primer capítulo con el análisis del mecanicismo y atomismo newtonianos, este último tuvo su aparición con los atomistas clásicos: Leucipo y Demócrito quienes asumieron al átomo como unidad mínima impenetrable verificada en la experiencia ya que un cuerpo no puede ocupar el espacio de otro. No obstante tanto para Aristóteles como para Platón tal analiticidad reduccionista contenía contradicciones. Para Platón, el método suponía la no analiticidad de este átomo, esto nos lleva a sostener que es incognoscible. Luego, nuestro conocimiento estaría basado en el desconocimiento o en un no-conocimiento. Por su parte Aristóteles sostendría que la causalidad accidental de la interacciones de los átomos no son diferentes a un accidente, por definición, y por esto no conllevan ni fin ni necesidad conceptos que para Aristóteles, son determinantes en el procesos de conocimiento frente a la physis. Además, el estagirita rechaza la existencia de un espacio independiente de los cuerpos materiales, pues sería como aceptar una substancialización de la nada atribuyéndole al mismo tiempo, extensión, todo lo cual es absurdo. Esta crítica de los dos filósofos más importantes de la antigüedad, pero sobre todo de Aristóteles, se mantendrá vigente durante todo el Medioevo.
La reacción renacentista mediante el humanismo y la revalorización de los clásicos, hicieron posible que las enseñanzas de Platón se recuperen, por ejemplo a través de la Academia Florentina fundada por Marcilio Ficcino donde se formo Galileo Galilei. Este introdujo el formalismo al analizar la naturaleza, conservando el compromiso ontológico atomista donde el espacio vacío y la inercia son nociones capitales para su interpretación de la realidad física. Sin embargo en su análisis del movimiento de los cuerpos, no llegó a explicar el movimiento curvo ni el movimiento perpetuo circular de los planetas. El problema del movimiento a distancia tuvo como resultado la paradoja del vacío que Galileo trato de solucionar con el concepto de gravedad pero que no logró resolver el movimiento curvo.
Para mediados del S.XVII en sus investigaciones sobre la luz y el color, Newton manejó la concepción corpuscular de la luz. La luz estaría compuesta por corpúsculos materiales que viajan en el vacio lo cual explicaría el viaje que hace a través del espacio interplanetario. Pero es aquí donde se asoman algunos problemas, pues Newton llega a estas explicaciones apoyado en dos premisas contradictorias: la suposición de la existencia del vacío (consistente con la mecánica), y la suposición de la existencia de un medio como correa transmisora de los reflejos cromáticos. De ésta segunda premisa es de donde surge la idea de una “materia sutilísima” o “éter universal” que sirva para la transmisión. En 1678 Newton explica el delicado y problemático fenómeno gravitatorio como una relación de distancia entre dos cuerpos mediados por esta “materia sutil”, y en la medida que ésta distancia se acorte, la materia sutil que se encuentra entre ellos se enrarece tanto que al sufrir los cuerpos presión de ésta, terminan por tocarse violentamente. Newton fue criticado duramente por el círculo académico y es desde aquella época que trato de ser más prudente en sus futuras afirmaciones. A pesar de ello, Newton apela un espíritu sutilísimo que habita en los cuerpos grandes, un espíritu eléctrico y elástico que aún no puede ser explicada su legalidad. Dada esta situación, Newton tenía que proponer dos nuevos principios uno que explique la puesta en movimiento de los cuerpos y otro principio que mantenga ese movimiento. Aunque Newton pudo discernir claramente entre Gravedad e Inercia siendo ésta la única inmutable que requiere de la noción de vacío y aquella en cambio, que desaparece en la medida que los cuerpos se alejan de la tierra; finalmente no le quedaba más que apelar a algún “orden natural”, teología tomista o a algún azar extremo para salvar los fenómenos.
Esta lectura newtoniana de la luz y de la materia se sostenía en dos teorías diferenciadas, una decía que en la naturaleza existían un conjunto de sustancias físicas ponderables pero inertes que no cambia ni su masa ni su movimiento excepto por causa externa. La otra teoría, según la cual en la naturaleza hay fuerzas o energías imponderables ellas mismas, pero capaces de producir cambios ponderables en la materia inerte. Por su medición la energía tenía una existencia relativa pero era definida por los resultados de su acción sobre los cuerpos materiales. Las fuerzas y la energía eran estudiadas por la Electrodinámica, y la Mecánica estudiaba los movimientos de los cuerpos materiales. Ambas conformaban la Física Teórica, la cual tenía como urgente tarea determinar las relaciones entre ambas entidades (materia y energía). El método para abordar tal objetivo sería el analítico-reduccionista es decir a partir de los principios de la Mecánica captando las propiedades dinámicas de las entidades físicas.
Pero a su vez la Mecánica estaba dividida en dos estudios diferentes: la Cinemática y la Dinámica. La Cinemática estudiaba el movimiento posible en un espacio geométrico, es decir era un estudio abstracto del movimiento de un punto material, sin tomar en cuenta su masa, cosa que sí le interesaba a la Dinámica. La Cinemática constituía entonces el aparato formal de la Física; de allí que para estudiar el movimiento de cualquier objeto físico, era preciso abstraerlo primero como punto material, el cual era análogo al átomo, fundamento ontológico de toda posición atomista.
Aparece así, fruto del método analítico que ha dividió la naturaleza a su mínima expresión, una concepción discontinua de la materia, consiviendola ahora como un conjunto de corpúsculos o átomos elementales separados por el espacio vacío. El movimiento uniforme y rectilíneo sería intrínseco y propio de la materia, noción que vino a ser el primer principio de la Dinámica: el principio de inercia, según el cual un punto material libre de presión de alguna fuerza, mantiene espontáneamente un movimiento uniforme y rectilíneo en el transcurso del tiempo. De modo que el mecanicismo newtoniano se encuentra al interior de un compromiso ontológico, el atomista, según el cual la realidad está compuesta de materia discontinua en un espacio vacío y el movimiento es explicado por medio de la inercia, abstraído en un espacio geométrico. Y como hemos visto en esta lectura atomista no hay explicación al proceso de los seres vivientes ni a la singularidad epistemológica que la aproximación a ellos encierra.
En las ciencias naturales actuales no se encuentran ya esas condiciones: homogeneidad, independencia relativa de las partes alejadas, simplicidad del hecho elemental, y por eso los naturalistas estarán obligados a recurrir a otras maneras de generalización.[1]
Por supuesto esta cita de Henri Poncaire es muy posterior a los hechos más arriba mencionados pero muestran algo que no era propio y único de la época de Poncaire sino que en el S.XVIII la filosofía y la ciencia ya se encontraron con el problema de explicar el conocimiento de la vida. No obstante la verdadera ciencia para el siglo S.XVIII era la Física-matemática, su método, el analítico reduccionista y su principio ontológico, el atomismo. El mecanicismo era la interpretación de toda entidad en movimiento o del movimiento de la materia universal, por esto inclusive en el S.XVII un reloj era tan natural como un animal: un ser viviente era como una máquina pues estaba sometido a las mismas leyes mecánicas como toda materia.
- Precedentes de la ciencia biológica
La mecanización de los seres vivientes se debió al parecer porque hubo una anterioridad del conocimiento de lo que no era propiamente orgánico, es decir, la física teórica. A pesar de que Descartes planteo el mecanicismo fisiológico, no había suficientes investigaciones en el ámbito de la mecánica para analogarlos a la biología por ejemplo para el caso de la formación o epigénesis.[2] Pero paralelamente a las investigaciones de la física se fueron desarrollando otras disciplinas que a modo de conocimiento previo sirvieron para la formación de la biología y su independencia como ciencia.
2.1 Vitalismo y mecanicismo en “dos químicas” del XVIII
Para el este siglo la química tenia presencia aún de la quimiátrica (etimológicamente “extraer jugo” -de la vida-) es decir se encontraba en el eslabón entre alquimia y química que se habían formado en países como Inglaterra, Francia, Alemania e Italia, derivadas todas ellas de la alquimia de Paracelso y del Vitalismo de Van Helmont. Por esto no podía ser considerada aún como disciplina independiente sus recetas eran pócimas y con influencias astrales. Hacían relaciones entre materiales como los metales y los planetas en su órbita. De ahí van Helmont propondría la noción de Fuerza de la vida la cual dirige las manifestaciones vitales de los cuerpos.
Pero tenemos otra química, la que estaba más ligada al mecanicismo, a saber, la iatroquímica o iatromecanicista. Se sigue el modelo cartesiano pero lo importante aquí es que se añade el espacio newtoniano como ámbito en el que se mueven las partículas. Lo que da cohesión al mundo es la Fuerza de atracción manteniendo en su lugar a las partículas. Todo esto para las sustancias o compuestos aún no orgánicos. Es precisamente el concepto de Fuerza de atracción el que se opone al de Fuerza vital. Y para explicar de manera más clara aquel, se añadió la Afinidad como propiedad que liga a los corpúsculos unos con otros, la cual es cuantificable y medible. En el suplemento de 1776 de la Enciclopedia francesa (1751-1765) se lee así en el artículo Afinidad:
Durante mucho tiempo este término solo tuvo un significado vago e indeterminado que indicaba una suerte de simpatía, una verdadera propiedad oculta, por la cual distintos cuerpos se unían con mayor o menor facilidad.[3]
No obstante las ideas de simpatía o propiedades ocultas no aclaran más que el concepto de Fuerza vital. De aquí que surge el concepto de desplazamiento donde un cuerpo se convierte en otro al establecer un enlace con un tercero. Así un cuerpo desplaza a otros y es desplazado por el que le precede. De eta manera se acepto la idea de afinidad como atracción por partidarios y no partidarios del newtonismo, ya que un cuerpo afecta al otro (reacción química) en una cadena causal propiamente mecánica.
Pero la quimiátrica no fue anulada con esta interferencia newtoniana en su aparato conceptual sino que fue formándose una nueva quimiátrica alimentada ahora de investigaciones fisiológicas y médicas, donde lo viviente era ahora observado desde sus propiedades específicas, y como objeto de investigación claramente diferenciado. Por ejemplo la escuela médica de Montpellier fue donde se trató la investigación de procesos vitales. Anteriormente en el XVII, Harvey había ofrecido un modelo mecánico para la explicación de los fenómenos vitales. Por otro lado Lavoiser en este mismo siglo introduce un modelo químico. Pero otro concepto que surge en la escuela de Montpellier es el de sensibilidad que influirá mucho en el materialismo de Diderot el cual tendrá una discusión con D’Alembert en torno al organicismo y el mecanicismo que sin duda influirá en las consecuencias y resolución del problema.
El vitalismo mantiene que hay un principio vital que le da el poder al organismo para vivir, el cual es intermediario entre las puras reacciones físico químicas y el alma. Por ejemplo para el médico dieciochesco T. Bordeu (1722-1776) la vida se manifiesta fundamentalmente por medio de la secreción glandular, por tener propiedades como la sensibilidad y la motilidad. Por su parte el vitalismo de G.E. Stahl (1660-1735) ubica la vida en la idea de actividad. Esta actividad no es una suma de mecanismos y de cálculos físicos ya que él considera que un organismo no es reducible a explicaciones mecánicas. Es nada menos que el alma la manifestación de esta fuerza vital la cual realiza sus fines mediante el movimiento, propiedad del cuerpo viviente. La actividad es inmanente al cuerpo. Stahl entonces sostiene que la actividad inmanente tiene a las reacciones químicas como manifestación evidente de dicho poder. Por esto, al mostrarnos la diferencia de un antiguo animismo y el mecanicismo, frente al vitalismo, Jacob nos explica que:
Es absurdo señala Hartsoeker, abordar el estudio de los seres vivos con la “opinión de que casi todo se hace con las solas leyes de la mecánica (…)” ya no se trata entonces de un principio central, de un poder que, asentado en el corazón del organismo rige sus actividades. Es una cualidad particular de la materia constituyente de los seres vivos, un principio que se extiende por todo el cuerpo, se aloja en cada órgano (…) para conferir sus propiedades.[4]
Pero con estas aclaraciones y distanciamientos de la mecánica como del animismo y lo mistérico no se funda la biología como ciencia independiente ya que habrá que dar un paso más en nuestra investigación.
2.2 La historia natural del XVIII
La tarea de la historia natural supone la observación y descripción de los seres vivos, lo que la mirada distingue rechazando todo lo que no se aparece a los sentidos. El ser debe ser traducido en palabras para nombra su forma, color, tamaño y movimiento. Se debe prescindir detalles pero no olvidar notas singulares y ningún elemento esencial. “Para ser naturalista hay que renunciar a las imágenes a priori y saber observar.”[5] Todo al interior de una lectura histórica la cual supone el cambio o la permanencia.
La historia natural es otro precedente de la ciencia biológica que tampoco estuvo totalmente apartada de lo mistérico pues recurre siempre a fuerzas invisibles. En física es la fuerza de atracción, en química la de afinidad, en lo viviente hay una asociación de las partículas orgánicas y una disociación cuando se perece. Continúa entonces el concepto de fuerza atractiva. En torno a esto, para Maupertuis (1698-1759) y Buffon (1706-1788) claros newtonianos ésta atracción se explica por los conceptos -respectivamente- de memoria, la cual localiza a las partículas y el de prototipo o estructura interna que determina al ser vivo. Maupertuis introdujo componentes espiritualistas y Buffon materialistas y siguió el método de tabula rasa lockiano. Pero ambos tratan de dar explicación a la epigénesis (formación de los seres vivos) desde la perspectiva vitalista y también -lo cual es importante- desde un nivel de segundo orden: la organización. Donde el primer orden seria el visible o el organismo particular. Lo viviente entonces fue para ellos seres organizados o cuerpos organizados. Para Buffon la naturaleza tiende a generar vida y las moléculas contienen esa forma interior que obliga a formar estructuras determinadas. Esas moléculas son indestructibles, clara alusión a la teoría corpuscular de la materia no obstante su posición naturalista. Finalmente ambos autores defienden la variabilidad de las especies a lo largo del tiempo frente a la inmutabilidad esencialista aristotélica y la idea del origen divino del hombre. El transformismo pre darwiniano abrazaba el concepto de variabilidad en la historia de la especie, idea que coincidía con la idea de emancipación de los saberes y de la idea de perfección de la humanidad de la Ilustración.
Entonces la historia natural y la continuidad que ésta supone en las especies no admitiría vacío, por lo menos no el sentido radical newtoniano ya que no se podría explicar el paso de una a otra especie y de la materia inorgánica a la orgánica.
La unión entre los individuos de toda clase es tan grande que, según Adanson, su conjunto podría formar un todo, un único ser universal del que los individuos serían partes.” [6]
El poder de engendrar un semejante y en consecuencia la generación de especie, son la base de la historia natural y en tanto existen especies, la ciencia de los vivientes ya no se fundamenta en la reflexión del espíritu sino sobre bases naturales. Y hemos visto en el apartado anterior que los conceptos de reacción química, afinidad, vitalismo fueron abonando una idea de biología en el sentido de historia natural, el cual como dijimos supone el tiempo, la actividad y los cambios de la especie. Tales cambios no se pueden dar si como vimos también no se tiene una concepción de la materia donde su principio es el movimiento.
- La propuesta de la filosofía natural organicista frente a la herencia newtoniana.
Hemos visto entonces que la Física teórica como síntesis newtoniana fue previa al estudio y estructuración de una ciencia independiente como la biología y fue el paradigma epistemológico y entonces ontológico que sostenía a esa ciencia Física. El concepto de fuerza estuvo presente tanto en la física como en las actividades “para biológicas” que le precedieron. Para Newton la gravitación era la fuerza universal fundamental la cual une los cuerpos en relación a su masa. Pero las fuerzas de la naturaleza requieren de elementos exteriores -en este sentido causal- para la movilidad del objeto. No era posible explicar la fuerzas internas que mostraban los organismos para realizar su movimiento. Por esto hubo naturalistas que se apartaron de Newton y de su cerrada explicación mecanicista de la naturaleza, para afirmar al mismo tiempo que la naturaleza es mecánica pero también orgánica, térmica. El precedente de la historia natural que ubicó las especies y su variabilidad o transformismo, nos muestra que hay un tiempo interno a la materia viviente. Las fuerzas para Maupertuis y Buffon ya no eran consideradas de forma externalista, sino al interior de la materia. Esta dimensión temporal integradora no fue notada por Newton.
Al parecer es en este punto –nos dice Begoña- donde se da el cambio epistemológico y su correlato ontológico. Surge la idea de totalidad orgánica de los seres vivos done las partes de estos contendrían el todo, planteándose la explicación organicista en la naturaleza, donde todo está integrado y ya no como sistemas o partes aisladas. Por otro lado, la naturaleza en este sentido unificado y total responde a causas internas que dirigen su propia dinámica. Se ubica entonces una estructura orgánica en una dinámica de autorregulación, automantenimiento y autorreproducción. Ahora dada esta explicación orgánica donde cada parte de un todo cumple una función, los organismos tendrían también que cumplir la suya (especifica) en provecho y relación con la totalidad.
Es así también que en el organicismo se encuentra un finalismo donde la máxima finalidad es la propia organización del todo. Las pates ya no cabe explicarlas mecanísticamente, todo lo cual no anula el movimiento, sino que éste es parte de la dimensión física, eterna y la vida, de la dimensión biológica temporal. Siguiendo a Begoña, aquí se plantea una oposición constante entre lo peculiar biológico y lo peculiar físico, entre lo histórico y lo matemático. Prigogine ubica cuatro causas para el inicio del fin de la ciencia newtoniana:
Primero, la convicción básica de que el mundo microscópico es simple y está gobernado por leyes matemáticas simples.
Segundo, la idea de que la racionalidad newtoniana puede bastar para unificar el conocimiento.
Tercero, la no asimilación e igualdad del tiempo biológico y el tiempo físico.
Cuarto, la concepción de la fuerza como un mero artificio matemático (al parecer newton hablo de atracción, pero no desde las matemáticas sino desde la química).[7]
Fue el Francés Denis Diderot coautor con D’Alembert de la Enciclopedia (una de las empresas intelectuales más importantes de este siglo), quien tuvo debate con D’Alembert quien defendía la obra newtoniana y al mecanicismo como la explicación científica mejor fundada. Para Diderot no fue así. Introdujo y difundió la idea de la necesidad de una nueva filosofía de la ciencia natural y realizo una crítica constante no solo contra el mecanicismo y la matematización de las ciencias de la naturaleza, sino también fue duro con el esencialismo metafísico.
Diderot coincide con Bacon en la importancia en la observación y el trabajo experimental y sobretodo la unificación de éste con el trabajo racional. Y la importancia de la repetición de la experiencia para detallar las circunstancias y conocer sus límites. Pero no estaba de acuerdo en una excesiva clasificación de la naturaleza que para él encorsetaban a la misma, y le resta importancia a la matemática en el estudio de aquella. Deseaba sintetizar ciencia-arte y acción y como ya mencionamos el alejamiento del esencialismo metafísico.
Finalmente Diderot mantendría cuatro ideas respecto la naturaleza desde su posición organicista:
Toda materia es movimiento.
Toda materia es vida.
Toda materia surge por generación espontánea.
Toda materia se reproduce en un proceso de transmisión y combinación de características especificas.
Donde la segunda idea es relativa al concepto de transformación y reorganización utilizando la atracción para explicar la nueva organización en la segunda idea desde lo abiótico, basándose en experimentos de la época. Si la materia se animaliza lo hace con el objetivo de la organización. Otros conceptos claves en Diderot son los de Continuidad, Generación espontanea y su peculiar Materialismo. Pero es a principios del siglo XIX que los conceptos de transformismo, variabilidad que aparecieron en el siglo XVIII alimentado por la filosofía organicista, que la idea de evolución surgió claramente, primero con Lamarck (1800) y luego con Darwin (1859). Parecería que es aquí donde en términos de Thomas Khun[8] se dio una revolución científica, pero según Mayr la teoría de la evolución la cual es a su vez un conjunto de teorías, no cumple lo que Khun piensa para una revolución.
Nadie puede negar que El origen de las especies de Darwin (1859) causó una autentica revolución científica. De hecho es considerada como la más importante de todas las revoluciones científicas. Y sin embargo no se ajusta en absoluto a las especificaciones de Khun.[9]
Esto es así porque según Mayr en la historia de la biología se observa la convivencia de diferentes explicaciones o teorías de lo viviente. Más aún puede tomarse por ejemplo la evolución para defender una peculiar posición creacionista. En su opinión en Darwin se produjeron dos momentos revolucionarios la primera fue por la Ascendencia común y la segunda por la Selección natural, las cuales son dos teorías, al interior de la evolución.
No obstante, el mecanicismo está presente en la ciencia contemporánea a pesar que los paradigmas ontológicos como el atomista ya se encuentra en el museo de las antigüedades filosóficas. Sobrevivió el mecanicismo pero a la par se vislumbra una relectura organicista en la biología molecular y evolutiva. Hay insatisfacción del predominio del reduccionismo en biología y términos como holismo, sistemismo, complejidad y emergentísmo están permanentemente en discusión. Por ejemplo Etxeberria y Umeres nos dicen que:
Por todo ello, tal vez, ese nuevo paradigma (para la biología) está emergiendo de las cenizas del organicismo y la biología teórica de hace más de 50 años (…) De forma similar ahora estaríamos a punto de poder identificar un nuevo enfoque (…).[10]
Según estos autores la biología molecular habría quedado corta en sus explicaciones biológicas a nivel genético y la riqueza explicativa y propuestas de aportaciones como las ciencias de la complejidad y subdisciplinas como evo-devo, autorganización, muestran la necesidad de una nueva manera de explicar y conocer lo viviente, explicaciones que como nos dicen están resurgiendo del organicismo que tuvo su discusión inicial originalmente en el siglo XVIII.
Conclusiones
El compromiso ontológico que precedió a la biología fue el atomista al interior de la Física teórica newtoniana. Toda explicación del mundo tenía que pasar por el análisis reduccionista aceptando ciertos principios ontológicos como el de espacio vacío y el tiempo como receptáculos de los entes. El mecanicismo era la interpretación de toda entidad en movimiento o del movimiento de la materia universal y un organismo era una máquina regida por las leyes de la física teórica.
Los conceptos de fuerza en la naturaleza se encontraron tanto en la física como en la alquimia y la quimiátrica precedentes de la ciencia biología. Newton tomó el concepto de fuerza de la química y no de la matemática. La fuerza de atracción en la física fue tan inexplicable como las fuerzas ocultas del vitalismo. Precisamente el vitalismo se muestra como propiedad de la materia universal, como actividad, la cual no es de origen externo sino inmanente.
Hay una incongruencia entre las fuerzas internas que mostraban los organismos para realizar su movimiento y la causalidad mecanicista del atomismo newtoniano. El precedente de la historia natural que ubicó en las especies una variabilidad o transformismo, nos muestra que hay un tiempo interno a la materia viviente no considerada en la Física teórica.
El concepto de especie fruto del poder engendrar de los individuos vivientes, son la base de la historia natural. La ciencia de los vivientes ya no se fundamenta en la reflexión del espíritu sino sobre bases naturales. Los conceptos de reacción química, afinidad, vitalismo fueron abonando una idea de Biología como historia natural, la cual como dijimos supone el tiempo, la actividad y los cambios de la especie. Tales cambios no se pueden dar si no se tiene una concepción de la materia donde su principio es el movimiento.
Surge la idea de totalidad orgánica de los seres vivos donde las partes de estos contendrían el todo, planteándose la explicación organicista de la naturaleza. Por otro lado, la naturaleza en este sentido unificado y total responde, a causas internas que dirigen su propia dinámica: autorregulación, automantenimiento y autorreproducción. Al interior de esta explicación los organismos tendrían que cumplir su propia función con respecto al todo (finalismo).
El nacimiento de la biología supuso la idea de historia natural (tiempo) tanto como la del vitalismo. Por otro lado, en la explicación organicista se elimina el espacio vacío ya que todo el universo mantienen una continuidad orgánica de funciones interrelacionadas. Esto supone el concepto de proceso el cual está determinado por una concepción del tiempo inmanente de la materia o donde el tiempo y el espacio ya no se los concibe separados de la materia, todo lo cual coincidiría con la mecánica cuántica contemporánea.
La difusión del pensamiento diderotiano contribuyó a la discusión organicismo mecanicismo y al respecto abonó el surgimiento de la teoría de la evolución del siguiente siglo. Pero la discusión organicismo mecanicismo ha durado hasta el presente S.XXI y se encuentra en la discusión biología molecular frente a explicaciones de orden sistémico emergentista y ciencias de la complejidad.
Bibliografía
Ballón, José Carlos De la física moderna a la física contemporánea. Un cambio en nuestro paradigma de ciencia, Concytec; Lima, 1999.
Begoña, C. Organicismo y mecanicismo en la Ilustración. En: http://www.gobiernodecanarias.org/educacion/3/Usrn/fundoro/archivos%20adjuntos/publicaciones/actas/actas_4_5_pdf/Act.IV-V_C014_txi_w.pdf
Etxeberria, A y Umerez, J. Organismo y organización en la biología teórica: ¿Vuelta al organicismo?. En: http://www.ehu.es/las-research/etxeberria/EtxeberriaUmerez.LV..pdf
Khun, Thomas Estructura de las revoluciones científicas, Mexico: F.C.E, 2007.
Mayr, Ernst Por qué es única la biología, Argentina: Kats, 2006.
Smith, C.U.M El problema de la vida, Madrid: Alianza Editorial, 1977.
[1] Poncaire, Henri Filosofía de la ciencia, Madrid: Espasa-Calpe, 1963. pp.153-154. Citado por Ballón, José Carlos De la física moderna a la física contemporánea un cambio en nuestro paradigma de ciencia, Lima: CONCYTEC, 1999. P. 54.
[2] Ver Smith, C.U.M El problema de la vida, Madrid: Alianza Editorial, 1977.pp. 241-242.
[3] Begoña, C. Organicismo y mecanicismo en la Ilustración. En: http://www.gobiernodecanarias.org/educacion/3/Usrn/fundoro/archivos%20adjuntos/publicaciones/actas/actas_4_5_pdf/Act.IV-V_C014_txi_w.pdf
[4] Jacob, Francois La lógica de lo viviente, Barcelona: Tusquets, pp.48-49.
[5] Jacob, Francois, Op.cit. p.53.
[6] Jacob, F. p. 55.
[7] Prigogine, Ilya La nueva alianza metamorfosis de la ciencia, Madrid: Alianza Editorial, 1994. Citado por Begoña, C. Organicismo y mecanicismo en la Ilustración. En: http://www.gobiernodecanarias.org/educacion/3/Usrn/fundoro/archivos%20adjuntos/publicaciones/actas/actas_4_5_pdf/Act.IV-V_C014_txi_w.pdf
[8] Khun, Thomas Estructura de las revoluciones científicas, Mexico: F.C.E, 2007.
[9] Mayr, Ernst Por qué es única la biología, Argentina: Kats, 2006 pp.204-205.
[10] Etxeberria, A y Umerez, J. Organismo y organización en la biología teórica: ¿Vuelta al organicismo?. En: http://www.ehu.es/las-research/etxeberria/EtxeberriaUmerez.LV..pdf